
A través de campos ensangrentados yacían los caídos
Cuyo sacrificio aseguró un poco de paz
Sin embargo, la penumbra de la tristeza sigue empalagosa
Porque la interminable inquietud no ha cesado
Los años erosionan su recuerdo terrenal
Pero no en la esfera de la Eternidad
Donde la sangre de los mártires apela
Con voces sagradas escuchan los humildes
Es nuestra la batuta ahora otorgada
El nuestro el llamado de la trompeta del rally
Para completar la carrera de los que ahora duermen
Con la Cruz de Jesús Señor de Todos
No muy lejos ahora, el final del camino
No hace mucho que amanece un nuevo día
Cuando la luz partirá los cielos tempestuosos
¿Cuándo viene Aquel a quien el Cielo adora?
(un poema de Mike Pike sobre el Domingo del Recuerdo)