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Dirección Profética 2024

Queridos compañeros guerreros y compañía nupcial del Señor:

¡En qué tiempo estamos viviendo! Con guerras y rumores de guerra, hambrunas, pestilencias y el tumulto de las naciones, no es difícil conectar nuestros tiempos actuales con lo que el Señor nos enseñó en Mateo 24. Estos son los dolores de parto que conducen a la culminación de nuestra era actual y Su glorioso regreso como nuestro Salvador y Rey Novio.

Vivimos en un mundo ruidoso con tantas cosas compitiendo por nuestra atención y la implacable rutina de la vida moderna puede dejarnos exhaustos y desorientados. En medio de todo este caos, es fácil que nuestra sensibilidad espiritual se adormezca y nuestros corazones se desacoplen de la intimidad que nos espera dentro de las cámaras internas de nuestros corazones con Su presencia permanente.

El Salmo 46 es un recordatorio eterno de la soberanía de Dios y de nuestro refugio:

«Dios es nuestro refugio y fortaleza, una ayuda siempre presente en las dificultades. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra ceda y los montes caigan en el corazón del mar, aunque sus aguas rugan y espumeen y los montes tiemblen con su oleaje… Estad quietos y sabed que yo soy Dios; ¡Seré exaltado entre las naciones, seré exaltado en la tierra!» Salmos 46:1,2,10

En medio del caos creciente, Dios sigue siendo nuestro refugio y fortaleza inquebrantables. Aun cuando el mundo tiembla, Él permanece fiel, Su presencia es nuestra ancla, porque nada puede separarse de Su amor o vigilia sobre Su Novia. En un mundo que ofrece muchas narrativas alternativas de la realidad, incluso dentro de la comunidad profética, lo que a mí me parece, al menos, un «bombardeo de racimo» diverso,

sigue siendo tan crucial ahora como siempre anclarnos en Su Palabra y dejar que su verdad nos guíe a través de estos tiempos turbulentos.

A pesar de los desafíos, no perdamos de vista la relación íntima que Dios desea tener con cada uno de nosotros. Los aposentos internos de nuestros corazones son un espacio sagrado donde podemos comulgar con Él. Porque este es nuestro llamado principal, a asistir a Su Presencia. Seguramente, aquí, escucharemos Su voz por nosotros mismos.

No el clamor de las voces externas, sino Uno que resuena desde adentro, este es nuestro salvavidas esencial, no nos ausentemos, porque allí, en nuestra preocupación, yace nuestro peligro y la raíz de la enfermedad.

«El que habita en el lugar secreto del Altísimo morará bajo la sombra del Todopoderoso. Diré de Jehová: «Él es mi refugio y mi fortaleza; Dios mío, en él confiaré.» – Salmo 91:1-2

¿Dónde está este «lugar secreto del Altísimo»? No está lejos de ninguno de nosotros, no está demasiado lejos para que podamos comulgar. De hecho, en cada corazón que acepta, habita el Misterio de los Siglos.

Que esto sea primero nuestro fundamento: es hora de reenfocarnos y reavivar las llamas de la intimidad con nuestro Señor. Permanezcamos firmes en las promesas de Dios. Estén atentos, discerniendo los tiempos, y busquemos una relación más profunda con nuestro Novio Rey. Que seamos una luz en la oscuridad, sabiendo que nuestro Dios está con nosotros, y en Él encontramos nuestra fuerza y paz.

Maranatha

Mike Pike