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¿Tienes sed?

«Para el director de música. Un maskil de los Hijos de Coré. Como el ciervo suspira por los arroyos de agua, así mi alma suspira por ti, Dios mío. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo podré ir a encontrarme con Dios?» – Salmo 42:1-2 NVI

¿Alguna vez has sentido un profundo anhelo en tu alma, una sed que nada parece satisfacer? Aquí, el salmista capta perfectamente este sentimiento al comparar su anhelo por Dios con un ciervo que jadea por corrientes de agua. Así como el ciervo busca fervientemente agua para saciar su sed, nuestras almas también anhelan la presencia de Dios.

Vivimos en un mundo que sigue en una espiral cada vez más ruidosa y distraída, incluso la búsqueda de la plenitud puede dejarnos intactos por nuestro supuesto progreso, eso es porque nuestras almas anhelan algo más. Fuimos creados para una relación con nuestro Creador, y nada más puede satisfacer los anhelos más profundos de nuestros corazones. Este salmo expresa una profunda sed de Dios, reconociendo que Él es la fuente de la verdadera vida y de la plenitud. En medio del desafío y la incertidumbre, el alma del salmista encuentra su descanso y satisfacción solo en Dios, y escribe palabras que han nutrido e inspirado corazones sedientos durante más de dos milenios.

Al reflexionar sobre estos versículos, consideremos la sed de nuestra propia alma. ¿Somos como el ciervo, anhelando la refrescante presencia de Dios? ¿Reconocemos nuestra necesidad de Él por encima de todo? Tómese un momento hoy para hacer una pausa y permitir que el Espíritu Santo despierte un anhelo más profundo por la presencia de Dios. Hagamos eco del clamor del salmista: «Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo». Que podamos encontrar consuelo y tranquilidad al saber que nuestro Dios no está lejos ni es inalcanzable, sino que siempre está cerca, esperando ansiosamente que nos acerquemos a Él.

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